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La Vida
de Marilyn Monroe - Capítulo 5
El tercer trabajo que hizo ese año fue un filme
argumentalmente bastante parecido, Cómo casarse con un millonario (How to marry
a millionaire), de Jean Negulesco, en el que Marilyn y otras dos actrices, esta
vez Betty Grable y Lauren Bacall, se proponían conquistar a un millonario a
toda costa. No tan exuberante ni rotunda como la anterior, era una película que
explotaba en clave de comedia la disparidad de físicos y caracteres de las tres
intérpretes femeninas y, por tanto, resultaba un trabajo muy a la medida de las
aptitudes de Marilyn Monroe. Como consecuencia de estos sensacionales trabajos,
en 1954 le sería otorgado el prestigioso Globo de Oro a la mejor actriz.
Convertida en menos de un año en una de las estrellas más
rutilantes del firmamento cinematográfico hollywoodiense, el 14 de enero de
1954 contrajo matrimonio con el mítico jugador de béisbol Joe DiMaggio, uno de
los primeros deportistas estadounidenses cuya popularidad era comparable a la
de una estrella del cine. La boda fue uno de los acontecimientos sociales más
sonados de ese año, pero sólo unos meses después, el 27 de octubre, DiMaggio y
Marilyn se divorciaron. A pesar de ello, y según el testimonio de amigos de la
actriz, Joe DiMaggio fue, de los tres maridos que tuvo, el único al que quiso
realmente.
Cinematográficamente hablando, 1954 no fue un gran año si se
compara con el precedente o con los siguientes. Participó en dos títulos; el
primero fue un peculiar cruce entre el melodrama y el western que dirigió Otto
Preminger, Río sin retorno (River of no return), un buen filme coprotagonizado
con Robert Mitchum en el que Marilyn no brilló especialmente. El segundo, la
comedia musical Luces de candilejas (There's no business like show business),
realizada por Walter Lang, resultó de un nivel muy inferior a las que había
protagonizado el año anterior.
En la cumbre
Pese a los éxitos profesionales que había obtenido en poco
tiempo, su vida personal no era nada satisfactoria. Además del reciente fracaso
sentimental con DiMaggio, no cesaba de luchar para demostrar que era algo más
que una cara y una figura bonitas. Cuanto más se convertía en una sex-symbol,
más intentaba no sucumbir a la conformista imagen que proyectaba. El acoso al
que era sometida por parte de los directivos de las productoras era constante.
Si en sus filmes ella atraía al hombre con su cuerpo y su inocente encanto, en
la vida se jactaba de no haber aceptado nunca acostarse con los productores y
jefes de los estudios, algo que a buen seguro le habría facilitado las cosas
para conseguir mejores papeles, sobre todo en los inicios de su carrera.
CONTINUARÁ...
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